A Neil Armstrong,
porque no hay ni habrá suficiente agradecimiento a los heroes, a los que llevaron a la humanidad hacia lo que es prácticamente su mayor exponente, su mayor logro, a los que consiguieron por una vez unir a todo el planeta entero con la misma mirada, a compartir el mismo sueño, a alcanzar el mismo sueño, el de ir más allá: de donde estamos y de lo que somos.
A ser mejores personas.
A ser mejores seres humanos.
Salir a caminar los espacios
a lomos de un cohete,
respirando queroseno y estrellas.
Salir a orbitar tu casa,
alrededor del árbol al que trepabas
-ahora mínimo-
en algún lugar ahí abajo,
y escalar atmósferas
como un nuevo juego de niños.
Salir a abrazar la Luna
porque nos había guiñado el ojo tantas noches,
correr hacia sus brazos
a una velocidad increíble,
a fuerza de impulso y de ilusión
para saltar en sus manos:
la noche en que hubo gigantes en la Luna.
La noche en que todos miraron hacia arriba
y unos pocos hacia abajo
a un anochecer definitivamente distinto,
desde la cara oculta de los sueños.
Salir al cielo
como quien sale de su cuerpo a contemplarlo desde fuera;
todos llevamos una pequeña Tierra dentro,
un gran planeta,
tan enorme
que alguien lo tapó una vez con su pulgar.
Cielos de cartón
Author: buzzow /
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